¿Qué son los gases de efecto invernadero?

Los gas­es de efec­to inver­nadero (tam­bién cono­ci­dos como GEI) son gas­es pre­sentes en la atmós­fera ter­restre que atra­pan el calor.

Durante el día, el sol bril­la a través de la atmós­fera, calen­tan­do la super­fi­cie ter­restre. Por la noche, la super­fi­cie de la Tier­ra se enfría, devolvien­do el calor al aire. Pero parte del calor que­da atra­pa­do por los gas­es de efec­to inver­nadero de la atmós­fera. Eso es lo que mantiene la tem­per­atu­ra de la Tier­ra en una media de 14˚C (57˚F).

Los gases de efecto invernadero y el efecto invernadero

Los gas­es actúan como las pare­des de cristal de un inver­nadero, de ahí el nom­bre de gas­es de efec­to inver­nadero. Sin este efec­to inver­nadero, las tem­per­at­uras descen­derían has­ta ‑18˚C (-0,4˚F); demasi­a­do frío para man­ten­er la vida en la Tier­ra.

Pero las activi­dades humanas están mod­i­f­i­can­do el efec­to inver­nadero nat­ur­al de la Tier­ra con un aumen­to espec­tac­u­lar de la lib­eración de gas­es de inver­nadero. Los cien­tí­fi­cos coin­ci­den en que los gas­es de efec­to inver­nadero son la causa del calen­tamien­to glob­al y del cam­bio climáti­co.

Des­de la Rev­olu­ción Indus­tri­al, el ser humano ha ido liberan­do a la atmós­fera may­ores can­ti­dades de gas­es de efec­to inver­nadero. En el últi­mo siglo esa can­ti­dad ha aumen­ta­do drás­ti­ca­mente, con el con­sigu­iente efec­to de calen­tamien­to glob­al. Las tem­per­at­uras glob­ales se han acel­er­a­do en los últi­mos 30 años y aho­ra son las más altas des­de que se tienen reg­istros.

¿Cuáles son los gases de efecto invernadero específicos?

El CO2 se lib­era a través de pro­ce­sos nat­u­rales, como las erup­ciones vol­cáni­cas, la res­piración de las plan­tas y la res­piración de los ani­males y los seres humanos. Pero la con­cen­tración atmos­féri­ca de CO2 ha aumen­ta­do un 47% des­de que comen­zó la Rev­olu­ción Indus­tri­al en el siglo XIX, debido a activi­dades humanas como la que­ma de com­bustibles fósiles y la defor­estación a gran escala. Debido a su abun­dan­cia, el CO2 es el prin­ci­pal con­tribuyente al cam­bio climáti­co.

Metano
Este GEI se pro­duce de for­ma nat­ur­al a través de la descom­posi­ción. Pero, de nue­vo, la activi­dad humana ha desplaza­do el equi­lib­rio nat­ur­al. La ganadería, los vert­ederos, el cul­ti­vo de arroz y la pro­duc­ción tradi­cional de petróleo y gas lib­er­an grandes can­ti­dades de metano.

Óxi­do nitroso
El óxi­do nitroso se pro­duce por el uso a gran escala de fer­til­izantes com­er­ciales y orgáni­cos, la com­bustión de com­bustibles fósiles, la pro­duc­ción de áci­do nítri­co y la que­ma de bio­masa.

Vapor de agua
El vapor de agua es el gas de efec­to inver­nadero más abun­dante. Aumen­ta a medi­da que la atmós­fera ter­restre se calien­ta, pero a difer­en­cia del CO2, que puede per­manecer en la atmós­fera ter­restre durante sig­los, el vapor de agua per­siste durante unos días.

GEI nat­u­rales y arti­fi­ciales

El grupo de gas­es detal­la­do ante­ri­or­mente se pro­duce de for­ma nat­ur­al, pero su cre­ciente con­cen­tración atmos­féri­ca está provo­ca­da por el hom­bre.

En cam­bio, los tres gas­es flu­o­ra­dos indus­tri­ales ‑los hidro­flu­o­ro­car­bonos (HFC), los per­flu­o­ro­car­bonos (PFC) y el hexa­flu­o­ruro de azufre (SF6)- son pro­duci­dos exclu­si­va­mente por el hom­bre durante los pro­ce­sos indus­tri­ales y no se dan en la nat­u­raleza. Aunque están pre­sentes en con­cen­tra­ciones muy pequeñas en la atmós­fera, atra­pan el calor con gran efi­ca­cia, lo que sig­nifi­ca que son extremada­mente potentes.

El SF6, que se uti­liza en los equipos eléc­tri­cos de alta ten­sión, tiene un “poten­cial de calen­tamien­to glob­al” 23.000 veces may­or que el CO2.

¿Qué se puede hacer para reducir los gases de efecto invernadero?

Los gas­es de efec­to inver­nadero pueden reducirse elim­i­nan­do pro­gre­si­va­mente los com­bustibles fósiles, como el car­bón, el petróleo y el gas, y pasan­do a las energías ren­ov­ables, como la solar y la eóli­ca.

Todos podemos con­tribuir a la pro­tec­ción de nue­stro plan­e­ta, des­de sen­cil­los cam­bios cotid­i­anos, como reuti­lizar y reci­clar, has­ta deci­siones más impor­tantes sobre el esti­lo de vida, como el cam­bio a vehícu­los eléc­tri­cos.

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